
Hoy al mediodía luego de comer, me fui en un lugar en la oficina donde hay una vidriera grande y se puede ver la calle, carros, gente, tráfico, y se siente el fogaje de las 12md.
Sentada en el piso empecé a arreglar los nombres de los contactos que tengo en el celular, vaya enfermedad. Los arreglé todos por nombre y apellido… ehm... eso no importa.
El punto, es que dejé de hacer eso, y me puse a recordar.
Lo que somos hoy, es la acumulación de experiencias que hemos tenidos... y, que no son más que una gran fila de recuerdos, apiñaditos, que se rozan los unos a los otros, algunos nos hacen enfurecernos, otros nos sacan un par de lágrimas, y lo más comunes (para mi), son los felices.
Esos recuerdos felices, que te inducen a cerrar los ojos, y te trasladan de una forma mágica a ese lugar de nuevo, con las personas que conforman ese recuerdo... y apretando los párpados piensas que ahí... en tu recuerdo, te sientes tan a gusto, que lo ves, lo sientes, lo palpas, estás en ese instante, abrazando esas imágenes, congelándolas para cuando se hayan esfumado volver a sentirlas.
¿Qué congelas? los olores, el tacto, ciertas miradas y en tu mente piensas y darías tu vida solo por volver a ellos.
En realidad, quisieras que esa fuera tu realidad.
Sin embargo, alguien te interrumpe y te pregunta si escuchaste la nueva noticia, y te despiertan, de repente te encuentras sentada en el piso del trabajo, pegada al vidrio, sintiendo el fogaje del mediodía con una tímida gesticulación que tiende a sonrisa en mis labios, y manteniendo los ojos cerrados dices: “No.. no escuché la nueva de hoy”.
Sentada en el piso empecé a arreglar los nombres de los contactos que tengo en el celular, vaya enfermedad. Los arreglé todos por nombre y apellido… ehm... eso no importa.
El punto, es que dejé de hacer eso, y me puse a recordar.
Lo que somos hoy, es la acumulación de experiencias que hemos tenidos... y, que no son más que una gran fila de recuerdos, apiñaditos, que se rozan los unos a los otros, algunos nos hacen enfurecernos, otros nos sacan un par de lágrimas, y lo más comunes (para mi), son los felices.
Esos recuerdos felices, que te inducen a cerrar los ojos, y te trasladan de una forma mágica a ese lugar de nuevo, con las personas que conforman ese recuerdo... y apretando los párpados piensas que ahí... en tu recuerdo, te sientes tan a gusto, que lo ves, lo sientes, lo palpas, estás en ese instante, abrazando esas imágenes, congelándolas para cuando se hayan esfumado volver a sentirlas.
¿Qué congelas? los olores, el tacto, ciertas miradas y en tu mente piensas y darías tu vida solo por volver a ellos.
En realidad, quisieras que esa fuera tu realidad.
Sin embargo, alguien te interrumpe y te pregunta si escuchaste la nueva noticia, y te despiertan, de repente te encuentras sentada en el piso del trabajo, pegada al vidrio, sintiendo el fogaje del mediodía con una tímida gesticulación que tiende a sonrisa en mis labios, y manteniendo los ojos cerrados dices: “No.. no escuché la nueva de hoy”.
1 comment:
Recuerdos...
Pequeños o grandes "ahora" que son un sueño dispuesto a volver a ser soñado en la medida en que le congelamos en nuestro conciente o inconciente... Estos siempre atentos a la emoción de vivir.
Y debo confesar que tus letras acercan tu reflexión a lo que soy.
Me agrada.
saludos.
Alma.
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