Wednesday, October 18, 2006

aquel verano I


El despertó inquieto no sabia que hacer, en sus sueños la veía, en el día la recordaba; no había remedio de sacarla de su cabeza, era imposible no pensar en ella, pero tenia que hacerlo se lo había prometido aquella tarde de verano. Tomo sus cigarros papel y lápiz y se dirigió hacia el techo de su casa, ahí se sentía conforme, sentía que mirando a las estrellas miraba aquellas estrellas que una noche tocaron juntos entre besos y caricias, se puso a escribir quería narrar la historia de el mejor verano de su vida aquel verano que ni un repentino ataque de amnesia podría borrar.

Iba camino al bar cuando la vi, caminaba entre la gente, su pelo que se movía con el ritmo del viento cubría parte de su rostro pero aun así no fue razón para no poder percatarme de tremenda belleza, llego a su destino y con una voz picarona pidió uno de esos tragos tropicales que las mujeres suelen tomar en la playa. Voltio la cara me miro, o al menos eso creo no pude contener mis emociones y le sonreí al mismo tiempo en que le dije hola, creo que no me escucho, muchas cosas impedían mis palabras; música, distancia… en fin tome coraje y decidí acercarme a ella, ya ella no me miraba, cuando llegue al bar le toque los hombros y sentí su piel, sonroje. Ella voltio la cara y me miro, me pregunta: ¿te conozco ti?, titubiando le dije: no pero quisiera. Ella rió, nunca había visto algo así, era perfecta o al menos se acercaba a aquella mujer que rondaba mis sueños constantemente.
Me extendió la mano y me dijo su nombre, yo respondí.

Me dijo que tenía que regresar a su mesa, me ofrecí a acompañarla, llegamos, estaba sola. Yo rebosaba de felicidad. No lo podía creer y no solo por el hecho de que solo había una silla en su mesa, sino porque solo la acompañaba una revista, restos de un plato de comida, ipod y un celular, señales claras de una mujer sin acompañante.

Ella me invito a sentarme.
Corrí a buscar otra silla, me senté, desde el momento en que dejamos el bar ella no paraba de sonreír, no se porque, pero me encantaba, me hacia sentir en confianza, empezamos a hablar, sin darnos cuentas cayo la tarde y con ella trajo la noche. Aquella noche que ofrecía miles de oportunidades para seguir conociendo a aquella mujer que había roto mis esquemas.
Pidió disculpas, tomo sus cosas y me dijo que tenia que irse a su habitación, necesitaba arreglarse, ya era tarde, no se como pero en cuestión de segundos conseguí una servilleta y un lápiz y le escribí mi numero.

Pasaban las horas y yo solo esperaba su llamada sentado junto al teléfono. Porque diablos no traje mi teléfono móvil? quizás se le perdió el papel y anda buscándome por el hotel, quizás no le intereso. Entre pensamientos y pensamientos sonó el teléfono, era ella, lo supe al instante, mi corazón me lo decía.
Me invito a cenar, me dijo que era lo menos que podía hacer por haberle ofrecido una grata compañía esa tarde. Acepte asombrado. Nunca había conocido una mujer así, todas aquellas que había conocido antes nunca me hubiesen invitado a cenar. Pero ella, ella era diferente.
...continuara

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